Las protestas más grandes de Colombia, quizás después del Bogotazo, están finalizando su segundo mes. De manera sorpresiva tanto para el Estado y sus entes de represión policiales, militares y paramilitares, como para los socialdemócratas que han querido diezmarlas a través de "diálogos" y llamamientos, las luchas callejeras en las principales ciudades del país continúan.
La dureza, intensidad y duración no son una coincidencia sino que son el reflejo de la crisis social y económica de Colombia que son, a su vez, producto inevitable de las profundas contradicciones del capitalismo que ningún gobierno, bajo este sistema económico, puede resolver.