martes, 20 de diciembre de 2022

¿Y QUÉ DICEN AHORA LOS DEFENSORES DE PETRO SOBRE EL MÍNIMO?

Además de las libertades políticas que ofrecía el socialdemócrata de Gustavo Petro, la otra razón más fuerte para haber salido elegido como presidente fueron las promesas de “prosperidad” que supuestamente le esperaba a la clase obrera colombiana bajo su mandato; pero como era de esperarse, antes de que cantase el gallo, nuestro Judas Iscariote traicionó al pueblo con la ayuda de la falsa izquierda.

Días atrás, la Mesa de Concertación Salarial -que no es si no la parafernalia de los patronos y sus sabuesos, el gobierno y los sindicatos, para tirarle migajas al pueblo-, llegó a la conclusión de que una familia de cuatro personas puede, no sobrevivir, sino “vivir a sus anchas” con miserables $1.160.000 (un alza del 16% con respecto al año anterior). Mejor dicho, ¡qué los colombianos tiren la casa por la ventaja! ¡Por fin se cumplió la promesita de Petro de “un salario que cubra el mínimo vital”… será el mínimo vital pero de las ratas.

Si nos dejamos embaucar por porcentajes, por supuesto que esta ha sido una de las alzas más altas en los últimos años, pero no es tan así cuando entramos a ver el aumento desproporcional en los precios de la Canasta Familiar. En los años anteriores, bajo el gobierno de Duque, habíamos hecho un cálculo cuyo resultado fue que el Mínimo cubría poco menos de un cuarto de las necesidades primordiales de una familia de cuatro personas; merecidamente protestas fueron y vinieron por las condiciones económicas y políticas del país.

Sin embargo, hoy, volviendo a hacer cálculos, el salario de quien se ofreció como salvador cubre un poquito más de un octavo de la Canasta Familiar (para que una familia cubra sus gastos en vivienda, educación, comida, servicios públicos, diversión, ropa, transporte… hoy, necesita aproximadamente $7.500.000), pero la izquierda pequeñoburguesa ahora sí no pega el grito al cielo, ni tampoco sale a crucificar a semejante estafador; su silencio ayuda a matar de hambre al pueblo trabajador.

El señorito resultó ser un completo tacaño con la clase obrera, pero cuando se trata del ejército burgués ahí sí es todo un despilfarrador, hasta el punto de tragarse sus propias palabras cuando era Congresista y criticó a Duque por querer reemplazar los aviones viejos de la Aviación Militar. Lo que no pudo hacer el otro cercado por el pueblo en las calles, lo está haciendo este con el beneplácito total de los pseudo-revolucionarios.

¿Ahora sí se entiende por qué los Gilinski se veían tranquilos por la llegada de Petro al poder, hasta el punto de querer apoderarse del Grupo Empresarial Antioqueño, dando confianza a los inversionistas extranjeros en periódicos como Financial Times? Él y su estirpe sí tienen conciencia de clase, son capaces de distinguir quiénes son sus amigos y quiénes sus enemigos. Llegarán tiempos en los que la clase obrera también sepa distinguirlos.

Escrito por: Violeta Roja