viernes, 28 de abril de 2023

LAS PROTESTAS MULTITUDINARIAS EN FRANCIA, DESENMASCARAN LA DEMOCRACIA BURGUESA

Francia -escribía Engels en el prólogo a la tercera edición del 18 Brumario - es el país en el que las luchas históricas de clases se han llevado cada vez a su término decisivo más que en ningún otro sitio y donde, por tanto, las formas políticas variables dentro de las que se han movido estas luchas de clases y en las que han encontrado su expresión los resultados de las mismas, y en las que se condensan sus resultados, adquieren también los contornos más acusados. Centro del feudalismo en la Edad Media y país modelo de la monarquía unitaria corporativa desde el Renacimiento, Francia pulverizó el feudalismo en la gran revolución e instauró la dominación pura de la burguesía bajo una forma clásica como ningún otro país de Europa. También la lucha del proletariado que se alza contra la burguesía dominante reviste aquí una forma violenta, desconocida en otros países.

La última observación está anticuada, ya que a partir de 1871 se ha operado una interrupción en la lucha revolucionaria del proletariado francés, si bien esta interrupción, por mucho que dure, no excluye, en modo alguno, la posibilidad de que, en la próxima revolución proletaria, Francia se revele como el país clásico de la lucha de clases hasta su final decisivo.

El estado y la revolución - Vladimir Lenin


Una nueva ley en Francia que eleva gradualmente la edad oficial de jubilación a 64 años y aumenta el monto de las primas a pagar por la jubilación completa, ha provocado semanas de airadas protestas y huelgas en todo el país, que involucran a millones de personas.

A principios del mes pasado, el presidente Emmanuel Macron haciendo uso del artículo número 49.3 de la Constitución francesa que le permite adoptar una ley sin votación parlamentaria, promulgó una reforma pensional. Frente a esta práctica sorprendentemente antidemocrática en una de las democracias burguesas relativamente avanzadas del mundo actual, las protestas se hicieron más grandes y más violentas. El 23 de marzo salieron a protestar más de tres millones de personas; la participación de cientos de miles de estudiantes de secundaria y universitarios en las manifestaciones trajo un nuevo dinamismo a estas grandes protestas.

Se observa que una gran parte de los jóvenes en Francia, que ya están enojados por las leyes que se aprueban en su contra, se politizan cada vez más. Las pancartas y consignas hacen cada vez más referencias a la rica historia revolucionaria del país, la Revolución Francesa de 1789, la Comuna de París de 1871 o Mayo de 1968.

Por ejemplo, cuando el recién entronizado rey Carlos de Inglaterra visitó a Macron durante las protestas, los manifestantes escribieron en las paredes de las calles de París: “Carlos, ¿sabes lo que es una guillotina?”. De la misma forma, los manifestantes frecuentemente se refieren a Macron como Luis XVI, en las pancartas que llevan.

Un reportero de Financial Times1 en Francia hizo la siguiente observación:
[En francia] históricamente, los sindicatos controlan las calles. Pero a medida que ellos también pierden relevancia -Macron apenas los consultó sobre las pensiones- la calle se ha vuelto cada vez más violenta y sin dirección, desde los chalecos amarillos sin líderes hasta los cubos de basura en llamas de hoy. El liceo de mi hija está bloqueado frecuentemente por alumnos que ondean pancartas con lemas como “Contra el capital”. En una escuela vecina, un grupo de alumnos y profesores están conspirando para convertir su propio bloqueo en una ocupación de una semana, una pijamada con actividades divertidas que incluyen diseñar pancartas y hacer pintas en los edificios.

Las manifestaciones cuentan con el apoyo de huelgas en los sectores de energía, transporte, saneamiento y tratamiento de residuos. Como resultado del paro de los recolectores de basura, se llegaron a acumular hasta 7.000 toneladas de basura en las calles de París, se interrumpieron los servicios de trenes y vuelos, y los trabajadores de las centrales nucleares cortaron la producción de electricidad.

Las fuerzas de presión del estado francés atacaron a los manifestantes en muchos puntos. Miles han sido detenidos y la brutalidad policial aumenta.

En una grabación de audio obtenida por el diario francés Le Monde2, se puede escuchar cómo un policía le dice lo siguiente a un manifestante: “hasta ahora hemos roto caras y codos (…), pero a ti, me gustaría romperte las piernas”.

Las organizaciones de abogados dicen que muchas personas han sido arrestadas ilegalmente.

Macron en una cadena dijo que esperaba apoyo para la reforma pensional y que podría arreglar el sistema financiero si los trabajadores trabajaran unos años más. Incluso suponiendo que los trabajadores escucharan a Macron sin poner en duda sus promesas, lo que dijo no se podría hacer realidad porque en Francia los patrones son particularmente reacios a contratar a personas mayores de cierta edad. Solo el 56 % de las personas en edad de trabajar que están entre los 55 y 64 años encuentra trabajo (el promedio, en cambio, en los países de la OCDE es del 61%). Solo la mitad de las personas de 62 años trabajan.

Sin embargo, esto no es un problema para Macron y la burguesía francesa. Para ellos, los trabajadores mayores no son personas que necesitan descansar los pocos años que les quedan después de toda una vida de trabajo, son fuentes de ganancias que deben ser agotadas.

Otro factor que llama la atención es la participación particularmente alta de mujeres en las manifestaciones. Una manifestante le dijo lo siguiente al periódico británico The Guardian3:
Subir la edad de jubilación a los 64 años nos afecta el doble. Incluso hoy en día muchas mujeres dejamos de trabajar para cuidar a nuestros hijos, lo que significa que interrumpimos nuestras profesiones y muchas veces nos faltan cinco o seis años de cotizaciones. Tenemos que trabajar aún más para compensar eso y obtener una pensión completa, y debido a que nuestros salarios son más bajos, nuestras pensiones también son más bajas.

Según la nueva ley, un trabajador debe cotizar durante 43 años para poder recibir una pensión completa. Con salarios 22% más bajos y pensiones 40% más bajas que los hombres, el trabajo y bonificaciones de las mujeres se ven obstaculizadas por tener y criar hijos. El 30% de las mujeres trabajan a tiempo parcial. Es por eso que el 40% de las trabajadoras se jubilan antes de poder completar sus primas.

En efecto, la reforma de las pensiones y las huelgas y protestas posteriores quitaron la máscara de la democracia burguesa y desmintieron el mito de “la voluntad de la mayoría es la voluntad de todos” detrás del cual se esconden los patrones.

Si la voluntad de la mayoría fuera realmente decisiva, esta ley antiobrera, contra la cual se posicionó el 82% del pueblo francés y el 90% de los trabajadores franceses, según las encuestas, no podría aprobarse.

Sin embargo, algunos de los primeros artículos de la Constitución francesa son los siguientes:
Artículo 2: Su principio [de la República] es: gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
Artículo 3: La soberanía nacional reside en el pueblo, que la ejerce a través de sus representantes y por medio de referéndum.

En un discurso a los parlamentarios que lo apoyaron el 21 de marzo, Macron dijo4 que la “turba” de manifestantes “no tiene legitimidad ante el pueblo que expresa su soberanía a través de sus representantes electos”, y agregó que “la revuelta no puede imponerse a los representantes del pueblo”.

Es decir, una vez que votan, dejan de ser “el pueblo” y se convierten en parias políticos hasta las próximas elecciones. ¡Especialmente si se “rebelan” contra las decisiones de sus representantes electos, ya no son el “pueblo soberano” sino solo una “turba”! ¡Tomemos el “gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo”, según los estandartes de la burguesía! De hecho, es difícil encontrar algo que revele más sorprendentemente el carácter de clase de la democracia burguesa, que es hostil a las masas trabajadoras más amplias, que las declaraciones anteriores del Sr. Macron.

Con cada ley que se aprueba a favor de los capitalistas, los sueños e ilusiones sobre la democracia “pura” en la conciencia de las masas se hacen añicos bajo los golpes del brutal y duro martillo. Tales prácticas hacen mucho más notoria la brecha entre las palabras que quedan en el papel en los textos legales burgueses y la realidad. El pueblo francés se cree cada vez menos estas mentiras que quedan en el papel. “… [los antiguos presidentes] Mitterrand (presidente de 1981 a 1995) y Chirac (1995-2007) generalmente obtenían entre un 40 y 60 por ciento de aprobación; mientras que los tres últimos presidentes, Nicolas Sarkozy, François Hollande y Macron, han oscilado entre el 20 y el 40 por ciento”5.

No sólo esta última reforma pensional, sino muchas leyes aprobadas en los últimos años son un ataque a la clase trabajadora. Por ejemplo, con un decreto que entró en vigor el 1 de febrero de 2023, se redujeron las prestaciones por desempleo en un 25%. A finales de enero, se amplió en un 50% el período de prácticas de los alumnos de las escuelas secundarias profesionales.

Este escenario, muestra que las siguientes palabras de Lenin no solo eran válidas para el período en el que fueron escritas, sino también para las democracias burguesas relativamente avanzadas de hoy:
El quid de la cuestión está en que la sociedad capitalista resuelve todo lo que interesa especialmente a los ciudadanos -sus condiciones económicas de existencia, la guerra y la paz- en secreto para la propia sociedad; los problemas más importantes -la guerra, la paz y las cuestiones diplomáticas- los resuelve un puñado insignificante de capitalistas, que engañan no sólo a las masas, sino incluso, con frecuencia, al Parlamento. ¡No hay en el mundo un solo Parlamento que haya dicho nunca algo serio sobre el problema de la paz y la guerra! En la sociedad capitalista, los problemas principales de la vida económica de los trabajadores, su situación de hambre o de buena existencia, ¡los resuelve el capitalista como dueño y señor, como un dios!6

Según las encuestas, dos tercios de los franceses piensan que la democracia no funciona bien. La proporción de los que no confían en la democracia ha aumentado un 10% respecto a hace diez años. Esta tasa es mucho más alta que en países como Alemania o Italia.

Las siguientes líneas no pertenecen a un comunista, sino al corresponsal francés de un periódico que refleja las opiniones de los círculos financieros: “Después de 20 años viviendo aquí, me he acostumbrado a la presunción francesa de que quien sea que elijan presidente es un villano idiota y que el estado, en lugar de ser su emanación colectiva, es su opresor”7.

Las protestas y huelgas en Francia exponen otro aspecto de la democracia burguesa: la trampa del bipartidismo. Nos gustaría llamar la atención sobre esta trampa, especialmente a las personas bien intencionadas que siguen la “Alianza Nacional” burguesa bajo la premisa de “tenemos que elegir al menos malo”, intimidados por el coco de la “Alianza Popular”. Incluso el Financial Times, profundamente burgués, escribe que aquellos que votaron por Macron en el pasado votaron por él no porque lo amaran tanto, sino para que el fascista Le Pen no llegara al poder:
Incluso a muchos de los que votaron por él nunca les gustó, ni sintieron que respaldaban su plataforma, con su promesa de aumentar la edad de jubilación. Tanto en la segunda vuelta de 2017 como en la de 2022, la otra opción fue Marine Le Pen. El presidente francés ha pasado en 60 años de ser el “hombre de la divina providencia” a “no ser el diablo”8.

¡Qué razón tenía Marx cuando describía las elecciones dentro de la democracia burguesa como “decidir una vez cada tres o seis años qué miembros de la clase dominante han de ‘representar’ y aplastar al pueblo en el parlamento!”. Este hecho revelado por él surge una y otra vez en la Francia del 2023 y en muchas otras democracias burguesas incluyendo nuestro país (la nuestra es sin duda una democracia burguesa mucho más atrasada y caricaturizada que en Francia).

Mientras los parlamentos de estos países solo hablan cháchara para enjaular a las masas, la burocracia que la burguesía monopolista compra y amarra de mil maneras maneja el Estado de acuerdo a los objetivos de los monopolios capitalistas.

Basta echar un vistazo a las biografías de algunos altos ejecutivos para comprender cómo la alta burocracia en Francia se entrelazó con los monopolios capitalistas, o más bien cómo se convirtió en el sirviente de estos monopolios. Además, la situación de los elegidos no es diferente; toda su vida la han pasado en la lucha contra la clase obrera y al servicio de los monopolios. El presidente Emmanuel Macron, quien trabajó como banquero de inversiones en la consolidada compañía financiera Rothschild & Co; la primera ministra Elisabeth Borne, quien en cada oportunidad manifestó que estaba en contra de aumentar el salario mínimo, recortó los derechos sociales de los trabajadores ferroviarios y suprimió sus huelgas en 2017; los ejecutivos electos, como Bruno Le Maire, el Ministro de Finanzas, que exigió la reducción de los derechos sociales, redujo los impuestos pagados por las empresas francesas y estaba a favor de la privatización, también son personas que han dedicado sus vidas al servicio de los mayores monopolios de Francia como Total Energies, Carrefour, BNP Paribas, Renault, Peugeot y empresas similares. Además, todos estos “elegidos”, cuyos nombres hemos dado, provienen de la alta burocracia.

Pero cada decisión que toma el Estado francés a favor de los grandes monopolios le dificulta gobernar a las masas con la democracia burguesa. Las movilizaciones de la clase obrera, que ve cada vez más claro que en la democracia burguesa los gobiernos son los gobiernos de los ricos y que las autoridades son compradas por el capital, son cada vez más militantes y masivas. Otros sectores oprimidos de la sociedad también participan en estas luchas.

Sin embargo, los monopolios franceses y sus leales servidores, el estado y los gobiernos franceses, no tienen intención de poner fin a estos ataques contra el pueblo trabajador, porque están bajo la presión de lo que Stalin llamó “la ley fundamental del capitalismo moderno” que es:
asegurar el máximo beneficio capitalista, mediante la explotación, la ruina y la depauperación de la mayoría de los habitantes del país dado, mediante el avasallamiento y el saqueo sistemático de los pueblos de otros países, principalmente de los países atrasados, y, por último, mediante las guerras y la militarización de la economía nacional, a las que se recurre para asegurar el máximo de beneficio9.

Hoy, el imperialismo francés retrocede frente a otros países imperialistas. Según The Economist, Francia: “[...] está perdiendo influencia frente a China, Rusia y Turquía”10

Precisamente por eso, los imperialistas franceses corren el peligro de perder o disminuir una importante fuente de sus ganancias máximas (la posibilidad de “esclavizar y saquear sistemáticamente a los pueblos de los países subdesarrollados”). Esto los obliga a intensificar la explotación dentro de Francia y militarizar aún más su economía para lograr las ganancias máximas.

No es coincidencia que solo un día después de las manifestaciones masivas del 23 de marzo, Macron dijo que durante los próximos seis años, Francia aumentará su gasto militar entre $115-120 mil millones al año. Los “ahorros” que se obtengan de las deducciones que se hagan a los jubilados irán a parar a los bolsillos de los fabricantes de armas. Francia también participa en la carrera por aumentar los gastos militares, que cobró impulso en todos los países imperialistas después de la guerra de Ucrania.

Esta feroz competencia obliga al imperialismo francés a tomar cada vez más riesgos. “Precisamente la necesidad de obtener beneficios máximos empuja al capitalismo monopolista a dar pasos tan arriesgados como el sojuzgamiento y el saqueo sistemático de las colonias y de otros países atrasados, la conversión de países independientes en países dependientes, la organización de nuevas guerras”11.

Y es por esta necesidad misma que el máximo representante del estado francés a menudo tiene que hablar sobre la necesidad de tomar riesgos: “Emmanuel Macron tiene un eslogan que suele usar con ministros y aliados políticos cuando trazan un curso de acción: ‘Tienes que correr el riesgo’”12.

La historia está plagada de ejemplos en los que a los imperialistas les han costado caro los riesgos que tuvieron que correr. La Primera Guerra Mundial condujo a la Gran Revolución de Octubre, y la “aventura” del imperialismo japonés para esclavizar a China condujo a la Revolución China.

Si el proletariado francés no quiere caer en una miseria mayor al ser parte de las aventuras arriesgadas de un puñado de monopolios, solo tiene una opción:
Poner fin, mediante la lucha de clases y la guerra civil revolucionaria, a la dominación del dinero, del capital, de la propiedad privada; destruir la maquinaria estatal burguesa: el ejército permanente, la policía, la burocracia; expropiar a la burguesía y lograr así la democracia real, es decir, la democracia proletaria, la dictadura del proletariado sobre la minoría explotadora, que hará realidad los intereses de la mayoría. 152 años después de la Comuna de París, el primer intento de poder del proletariado, el proletariado francés no tiene otra salida porque el capitalismo francés ya se ha podrido y no ofrece más alternativa que la pobreza y la guerra a la mayoría del pueblo francés, y la esclavitud y la masacre a los pueblos del mundo.

La burguesía francesa completa su aventura, que comenzó con el avance glorioso de la Revolución de 1789, como un prestamista viejo y podrido como el prestamista Gobseck que retrata el gran Balzac. El capitalismo francés, cuya industria creció a un promedio de 6,5% anual entre 1789 y 1854, se desaceleró luego de pasar a la etapa imperialista, y la tasa de crecimiento industrial promedio anual cayó a 2,4% entre 1860 y 1914, y a 0,4% entre 1913 -1938. Si bien alcanzó una tasa de crecimiento promedio anual de 9,2% entre 1955 y 1970, sobre todo en base al sector militar de la década de 1950, también consumió esta pólvora en poco tiempo, y su crecimiento promedio anual disminuyó a 1,8% entre 1973-1990. Entre 1990 y 2022, la industria francesa es como un anciano en diálisis, pero que puede crecer una media de 0,3 por año.

El economista socialdemócrata Bilsay Kuruç ilustra el extraordinario aumento de los ingresos financieros de Francia con las siguientes cifras sorprendentes:
[...] Según el último informe (2022/2) de la oficina de registro de las finanzas mundiales, el Banco de Pagos Internacionales (BPI), los fondos transfronterizos en manos de ciudadanos franceses superan los 2 billones de dólares (2.164.259.000), de los cuales una cuarta parte está en Londres, 365.000 millones de dólares en Alemania y 155.000 millones en Estados Unidos. Dado que la renta nacional de Francia se acerca a los 3 billones de dólares, se puede entender que el ‘regalo’ de los últimos 20 años ha sido el hecho de que el rentismo francés se haya acostumbrado al escenario financiero. A esto le podemos sumar la deuda pública (rentas de esa deuda) del 114% del ingreso nacional. El 'Confort' se incrementa ligeramente. Cuidado: Se ocultan datos con los que podemos conocer la distribución de la propiedad de la deuda pública. ¡Es un secreto comercial! No podemos conocer a esos rentistas. ¡Al menos sabemos que los trabajadores no están comprando deuda pública!13

Según las cifras del Manual de economía política publicado por la Academia de Ciencias de la URSS en 1954, las inversiones de capital realizadas por Francia en el extranjero en 1929 constituyeron el 15% de toda su riqueza nacional. Fácilmente podemos ver cómo la corrupción y el parasitismo del capitalismo francés se ha incrementado en los 94 años transcurridos desde la publicación del libro.

Precisamente porque es así, la democracia burguesa en Francia, como en muchos otros países, solo puede sobrevivir, gracias al chantaje político con la amenaza de que “vendrá Le Pen”, “vendrá el fascismo”. Una gran parte de los trabajadores y jóvenes, que están librando las luchas más militantes contra Macron hoy, pueden elegir de mala gana a Macron una vez más cuando mañana se enfrente a Le Pen por el poder, por temor a que las cosas empeoren mucho si el partido del segundo llega. Así mismo, los abundantes partidos de “izquierda” pequeñoburgueses ciertamente no harán todo lo posible para desempeñar un papel fundamental en el juego de capturar la voluntad política de las masas trabajadoras.

Pero ni en Francia, ni en Turquía, ni en ningún otro lugar, los trabajadores deberían caer en esta trampa. Así como Trump, de quien se decía ser “el portador del fascismo”, no pudo traerlo a Estados Unidos, ni tampoco Bolsonaro en Brasil, así como Giorgia Meloni, quien recientemente llegó al poder en Italia, no puede traer el fascismo, tampoco Le Pen podrá traer el fascismo a Francia, a menos que la burguesía monopolista lo quiera, (para lo que se necesitaría que la burguesía sea definitivamente no pueda gobernar a través de la democracia burguesa). Debe volverse inmanejable). La política que todos estos gobernantes implementaron no fue fundamentalmente diferente de las que les precedieron.

Lo importante es que hoy la democracia burguesa no puede vivir sin esos espantos. La burguesía monopolista puede imponerle a las masas los gobiernos que le dé la gana como un “mal menor” gracias únicamente a esos cocos y espantos, pero cacarean descaradamente diciendo que el pueblo elige a sus propios gobernantes con su “libre albedrío”.

La clase obrera no puede emerger como una fuerza política verdaderamente independiente en ninguna parte sin aprender a resistirse a esta política de intimidación y chantaje de la burguesía, a la que las corrientes pequeñoburguesas también dan apoyo vital desde la “izquierda” como supuesta “fuerza de choque”.


Escrito por: İşçi sınıfın kurtuluşu
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1 https://archive.is/Cbmis.
2 https://archive.is/g6Tcq.
3 https://archive.is/BorOw.
4 https://archive.is/xWiH3.
5 https://archive.is/Cbmis.
6LENIN, Vladimir. IX Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de Rusia en Obras Completas, tomo XL. Moscú: Editorial Progreso, 1986. Pág 295.
7 https://archive.is/Cbmis.
8 https://archive.is/4NC9O.
9STALIN, José. Los problemas económicos del socialismo en la U.R.S.S. en Obras Completas, tomo XV. Moscú: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1953.
10 https://archive.is/WA7Ou.
11STALIN, José. Los problemas económicos del socialismo en la U.R.S.S. en Obras Completas, tomo XV. Moscú: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1953.
12 https://archive.is/zZ459.
13 https://archive.is/IjZqZ.